Muchas veces he escuchado a amigas y hasta amigos que están a dieta, quejarse con toda la furia luego de bajarse de la balanza, argumentando que sí cumplen con el plan alimentario a rajatabla, porque diablos no logran ponerse en forma. Lo que obvian es que siguen bebiendo tragos durante los fines de semana y a veces acompañando las comidas, todo esto sin tener en cuenta que las bebidas alcohólicas proporcionan muchas calorías y lo peor aún sin poder nutricional, por lo que se las conoce como calorías vacías.
Lo más importante que hay que saber sobre el alcohol es que su ingesta en exceso altera el normal metabolismo de los nutrientes y disminuye la absorción de minerales y vitaminas de los alimentos que consumimos normalmente. Además si se lo toma acompañado por carbohidratos y grasas, estos no son correctamente metabolizados, sintetizándose ácidos grasos que se acumulan en el organismo. Y ahora se preguntarán: ¿Y cómo me doy cuenta yo de esto? Bueno, siguen la dieta, hacen caminatas, abdominales pero…la pancita molesta sigue ahí!
Para que se comprenda mejor como funciona podemos explicarlo así. Cuando se consume alcohol se ingiere unas 7 kilo calorías por gramo de bebida (siempre que la bebida sea simple y no compuesta) porque en este último caso si habláramos de un ron con cola o un gin tonic , éstas serían muchas más . Las calorías ganadas por la bebida o el trago son las primeras en consumirse, por lo tanto las grasitas acumuladas que podrían ser fuente de energía, más aun estando a régimen, quedan intactas en el organismo.
Solo para que tengan una idea, una copa de ron de 38º de 90ml. aporta 239 calorías. Imagínense si las calculamos sumándole las de la gaseosa cola. En el caso de una copa de vino de 150ml. de unos 12º, aportaría 126 calorías.
Entonces, ahora que ya está bastante claro el panorama lo aconsejable sería, en primera instancia disminuir la ingesta de alcohol. Otro buen truco es escoger bebidas simples como la cerveza y el vino, en lugar de tragos complejos. Y lo ideal sería poder reducir el alcohol en la semana y de no hacerlo, siempre tomarlo junto con la comida.
No se trata sólo de afirmar o desmitificar la premisa: el alcohol fija las grasas. Lo importante es saber que el alcohol no aporta nutrientes, no es conveniente usarlo para sustituir comidas, y que además entorpece al correcto metabolismo de las grasas. Teniendo en cuenta todo el esfuerzo puesto en el seguimiento de una dieta más una rutina de ejercicios, podríamos sumarle reducir un poquitín la cantidad de alcohol y entonces el sacrificio por adquirir hábitos saludables y de paso estar más guapos…valdrá la pena.
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